Al recorrer el Palacio de Versalles, sus jardines, arte y mobiliario, irremediablemente surgen suspiros y asombros. También es inevitable imaginar rodar las cabezas en plena Revolución Francesa, en medio de los excesos de la realeza. Sin duda, el glamour público tiene un costo social. ¿Qué ocurre con la opulencia, desvío, abuso o descuido –en el mejor de los casos- de la aplicación y ejercicio del dinero público en México? Las consecuencias han sido –hasta ahora- prácticamente nulas.

Mundo onírico

Las calles han sido tomadas para decir de distintas formas, a gobiernos y a los modos de hacer política, #YaMeCansé . Y el verdadero arte de transformar el hartazgo, radica en tres elementos: la conciencia constante (que se expresa en vigilar, en informarse, en exigir), la propuesta y la elección. Esto puede ser parte de una fórmula del ciudadano virtuoso, participativo y constructivo; inexistente –aún-.

Pero si esta ola logra que el proceso de gestación rinda frutos (por la cosecha que hagamos y no por generación espontánea), pasaremos de pedir que rueden cabezas, a matizar la exigencia: que expliquen, que demuestren, que comprueben las decisiones públicas. En caso de no tener respuestas suficientes, que se finquen responsabilidades, establezcan sanciones y que paguen.

Más aún, si de soñar se trata, el ideal sería que de camino a las elecciones 2015, los ciudadanos seamos exigentes en la calidad de candidatos que tengamos, en la forma de hacer campañas (que refleje la solución aterrizada a los problemas locales), en el uso de recursos para conseguir el voto. Una vez que ganen la representación popular, que los ciudadanos seamos constantes vigilantes del actuar.

Es como tomar la temperatura a las personas cuando estuvieron enfermas; se hace con periodicidad para saber si está o no mejorando, y quedarse tranquilos o correr a buscar una solución al hospital.

Por si quieren empezar a involucrarse en el proceso de raíz de elección de candidaturas y saber quiénes irán al frente de las próximas decisiones públicas inmediatas para 2015: elegiremos en diecisiete entidades federativas a nueve gobernadores, 661 diputados locales y 1,015 ayuntamientos, así como 500 diputados federales. Aquí el desglose por si quieren consultar los puestos de elección.

Ojalá que la indignación, el decir ya basta, #YaMeCansé, alcance para recordar en todo momento al presidente municipal de Iguala, al partido que lo postuló, al desconocimiento de los métodos de elección de su candidatura, a los 43 normalistas de Ayotzinapa. Y se dé el paso a gestar ciudadanos exigentes, vigilantes y responsables de los representantes que elegimos.

Síndrome colectivo

El país está en enfermedad crónica de narcotráfico, de creación de instituciones sin un enramado de rendición de cuentas, de legisladores y especialistas que proponen reformas y leyes pensando en las grandes soluciones sin ver que el detalle indispensable del ejercicio público es la forma de hacer políticas públicas y en la minucia de la regulación, de los reglamentos, de la operación del día a día, del uso del gasto público cotidiano.

Pensar en un sistema nacional de anticorrupción suena más atractivo que pedir a los diputados federales que hagan el trabajo de fiscalizar, que llamen a rendir cuentas a servidores públicos, que informen del monitoreo de la aplicación del presupuesto que periódicamente deben hacer por ley.

Es más vistoso lanzar balas y operativos que usar inteligencia financiera para combatir las redes económicas del narco y legalizar la droga para reducir su precio y su atractivo como negocio.

Luce más en medios hablar de la creación de comisiones especiales de legisladores que investiguen, en vez de voltear a las comisiones ordinarias (que ya funcionan, tienen recursos y los resultados que arrojan son nimios) y crear grupos de trabajo temáticos dentro de ellas. Es más aplaudido lo nuevo, porque suena a grandes soluciones y reveladoras verdades. ¿Qué comportamiento público estamos generando como ciudadanos?

Y resuena en el imaginario público el dolor de la desaparición de normalistas de Ayotzinapa… ¿Qué vamos a hacer con ese descontento?

El punto es: hay mecanismos para exhibir, frenar, cuestionar el mal desempeño. Y ¡sorpresa!, no se usan.

¿Y el gasto apá?

La forma de gasto público, de asignar recursos, de establecer prioridades y dar resultados, es un elemento de engrosamiento de la democracia. No es el único, pero es la concretización para realizar –o desviarse- de las metas. ¿Qué ocurrió con la aprobación del presupuesto de egresos para el año fiscal 2015, mientras había marchas de indignación? Respecto a las votaciones de 2013 del presupuesto, en este año hubo más diputados ausentes.

El Presupuesto de Egresos de la Federación para 2015 fue aprobado el 13 de noviembre pasado a partir de dos votaciones de amplia mayoría en la Cámara de Diputados. En lo general votaron 457 a favor, hubo 30 legisladores ausentes, la abstención de Amalia García (PRD) y 10 diputados en contra (8 de Movimiento Ciudadano y 2 del Partido del Trabajo).

La votación en lo particular fue más dividida, pero no lo suficiente como para revertir el hecho de que se votaran los artículos reservados en lo particular, en un solo acto; en esta segunda votación los diputados ausentes se elevaron a 43.

El 6 y al 9 por ciento de los diputados se ausentaron de la votación en lo general y en lo particular (respectivamente) del presupuesto de egresos para 2015. De los 30 y 43 ausentes, 24 y 36 fueron diputados de oposición. En ambos casos, los diputados del Partido de la Revolución Democrática fueron los que aportaron más ausencias (8 en la votación en lo general y 14 en la votación en lo particular). Aquí puede consultarse la lista completa de los diputados ausentes.

En resumen: en la discusión del presupuesto para el año 2015, aún y con manifestaciones de inconformidad respecto al desempeño del Poder Ejecutivo, hubo más ausencias con mayor proporción de diputados opositores, hubo menos discusión de artículos en lo particular, el partido más ausente fue el PRD.

Sin sentido común

Con independencia de quién haya pagado los chocolates con la foto de los senadores como obsequio navideño en la cámara alta, es un ilustrativo ejemplo de que en ocasiones el gran ausente en la clase política es el sentido común. El costo no representa problema, sino la atención de los senadores en realizar este tipo de presentes, mientras el descontento de la opinión pública es una realidad y la atención de problemas prioritarios, se deja a un lado.

Es una foto que acompaña la decisión de los senadores de presentar una iniciativa de Ley General de Transparencia con nichos de opacidad, como proponer establecer la posibilidad de clasificar información como reservada debido a que “Pueda dañar la estabilidad financiera, económica o monetaria del país”; (fracción IV, artículo 113 de la propuesta).

Aquí el documento que presentó el Colectivo por la Transparencia y México Infórmate sobre algunos de los inconvenientes de la iniciativa.

¿Qué servidores públicos y representantes populares visualizamos al marchar en las calles para exigir justicia por Ayotzinapa? ¿Cómo podemos contribuir? Es el reto.

Aquí el texto completo:

Gastos suntuarios, 9dic14

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